jueves, 12 de enero de 2017

CINCO GRANDES LIBROS...SE DUDA LLEGUEN A PELÍCULA

La adaptación de obras literarias ha sido, es y será uno de los principales recursos de la industria cinematográfica para encontrar nuevas películas que producir. Sin embargo, hay libros magníficos que nunca verás trasladados a la gran pantalla. Por unas razones o por otras, no parece posible convertirlos en filmes sin traicionar parcial o completamente su esencia.
Dan Jackson publicó en The Culture Blog de «Esquire» una extraordinaria lista de obras condenadas a ser palabra escrita para siempre… o casi. Tal como el propio Jackson apunta, si Paul Thomas Anderson ha sacado adelante la versión audiovisual de la novela «Vicio propio», de Thomas Pynchon, afirmar que existen libros imposibles de llevar al cine es cuanto menos temerario.
Pero, desde luego, los hay complicados. Uno de ellos es «2666», de Roberto Bolaño, escrito mientras una enfermedad apagaba la vida del escritor chileno. ¿Quién se atrevería a filmar con tanto detalle como él los describió los asesinatos de cientos de mujeres, relatados en La parte de los crímenes? Y lo que es peor: ¿quién querría ver algo así entre palomitas y refrescos?
A poco realista que sea, el estadounidense Samuel R. Delany no debe tener esperanza alguna de que su novela «Dhalgren» acabe algún día siendo un éxito de taquilla. Como mínimo, habría que reajustar considerablemente su compleja estructura; por no hablar de las escenas de experimentación sexual explícita que contendría la cinta. Es posible que la calificación no recomendada para menores de 18 años se le quedase pequeña.
Por motivos muy distintos, tampoco parece del todo viable verter en una gran producción la profundidad emocional y reflexiva que alcanza Virginia Woolf en «Al faro». El hecho de que en 1983 se filmase una discreta película que sólo fue emitida en televisión parece reforzar esta tesis.
Menos conocida en el mundo latino es «The Mezzanine», la primera novela de Nicholson Baker. ¿Irías al cine a ver una película sobre un tipo que va hacia su oficina en unas escaleras mecánicas… y nada más? Si tu respuesta es afirmativa, quién sabe, quizá seas tú el adecuado para llevar a cabo semejante rareza cinematográfica.
A veces es mejor pensar en otros formatos, como el teatro. Eso ha sucedido con «El hombre invisible», de Ralph Ellison. Que el título no te confunda: no verías a un talentoso científico lograr que su cuerpo fuese imperceptible a la vista, sino un puñado de densos discursos sobre las preocupaciones del pueblo afroamericano hace casi un siglo. Interesante lectura… pero desesperante visionado.

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