miércoles, 19 de octubre de 2016

ESCRIBIENDO DESDE EL MOVIMIENTO

El ANÁLISIS COMO REVELACIÓN DEL SENTIDO DE LA DANZA.

Dentro de la licenciatura en danza llevamos como materia obligatoria Taller de Análisis de Obra Artística y Textos sobre Arte Contemporáneo; en ella se realiza un trabajo teórico /práctico en el cual revisamos a diversos artistas, filósofos y estetas, pero, particularmente, teóricos del arte, danza, filosofía y estética, de los cuales sustraemos sus ideas, conceptos, filosofías generales para poder palparlas con el estudio de la danza. Para eso es que se crean los análisis de obra, en éste caso de obra dancística como pueden serlo las coreografías de danza de cualquier tipo. La realización de los mismos consta de crear aspectos o consignas para realizar un escrito en el cual se busque el sentido de la obra, tomando en cuenta cualquier postura revisada en los teóricos ya mencionados que pueda relacionarse con tus ideas y así, escribir un texto que llamaremos análisis en el cual se verá reflejado el trabajo teórico práctico del cual hablamos.

En ésta ocasión decidí publicar un análisis realizado por mí, mismo que hice para la coreografía "Rubers Arenas" de Victor Gabriel Magaña:

UMSNH-FPBA: Licenciatura en Danza Contemporánea.
Taller de Análisis de Obra Artística y Textos Sobre Arte Contemporáneo I.
Prof. L. F. Chpír Etétzi Sánchez García.
11/Enero/2015

Análisis a la coreografía Rubers Arenas de Víctor Gabriel Magaña
Itzia Erideni Suárez Mejía
Rubers Arenas fue una coreografía hecha a partir de la asociación del transcurrir de una corrida con la propia experiencia de transfigurarlo en danza.
La obra se plantea en un tiempo-espacio donde la magnitud de su aura como la musicalidad de la misma determinan su estar en un transitar bastante solemne e inmenso de oscuridad. Su espacio físico no tiene límite y permite su expansión o contracción de acuerdo a la posición de los cuerpos. Por otro lado, el aura espacial propone un estado en el cual el movimiento llega a ejecutarse entre emociones vivientes en tinieblas, en conformismo, en miedo, en guerra. Misma que la dinámica musical la deja caer en un tono pesado pero buscando salidas de alivio, dinamismo continúo entre conflicto y acuerdo.
De igual manera, encontrar el tema a partir del movimiento podríamos resumirlo en un solo movimiento: escape. Dicha acepción permite percibir en los cuerpos la asociación entre la ayuda y el rechazo de los mismos, el apoyo y la traición. Es fuerte y preciso y sabe perfectamente sus direcciones. Una corrida es el manifiesto y al mismo tiempo el pulso generador de un ritmo que apunta y se desvanece y después vuelve a apuntar.
El bailarín está presente desde el sonido inicial de sus pies trotando en la oscuridad del escenario. Es su mirada fija y solemne la que nos direcciona a su expresividad, una expresividad que es distintita en cada uno pero que se conjuga en un mismo objetivo: tengo que correr. De igual manera, su expresividad corporal podría detenernos a pensar en aquella rudeza que uno manifiesta cuando la situación escasea de razón, cuando nada importa más que la frialdad con que nos asimilamos como sacos de carne y hueso. Sin embargo, no existe nuestra total individualidad como ignorancia al otro, existe ese algo que también nos mantiene en grupo, ese querer salir de algún vacío cuando volteamos las palabras y pretendemos hacer de la atmósfera el lugar donde la guerra la hemos ganado nosotros, sin necesidad de que en realidad eso sea lo que suceda.
La obra en sí nos pone en contacto directo con el otro, nos mantiene alerta, nos levanta y nos deja caer, nos eleva y luego clava en el suelo como si nunca debiéramos haber salido y en último acto desesperado, corremos hacia algún tipo de luz.
Jamás estuve enterada de su motivo primero y hasta la fecha no tengo alguna idea de por qué era que corríamos, cuál era el sentido. Sin embargo, transitar en la obra resolvía cualquier tipo de cuestionamiento sobre encontrarle algún sentido, el accionar te llevaba a encontrar la situación de varias personas vestidas de gris y negro, esbozando en su contrariedad y encontrando el punto de anclaje para salir de algo en donde le sentido común ya no importa tanto como la supervivencia.
Ella me remonta a asimilar el cuerpo en guerra, en una situación donde al hombre la esperanza le es vaga y el sonambulismo su estado más natural, su estado del ya no saber qué hacer, la forma en volverse a plantear que la existencia no es tan cruda y no puede llegar a serlo porque aún con todo, se danza.
Se danza con tino directo y apunta en el pecho de cualquier sujeto. Te invito a propagar el escape, te invito a dejar las armas por el modo de hacer algún tipo de anclaje entre mentalidades, te invito a rompernos hasta el hueso y después a reconstruirnos en tacto sincero.
Nuestras voces son testigo de aquellos miserables que vagabundean entre considerar que nuestra mano es confiable y sin embargo puede que así lo sea, pero puede que cuando quiera le quite la bondad que tanto te apremia, que tanto te mantiene a mi lado.
Pero qué seriedad con la presuponemos disponer de todo lo que nos rodea hasta tu propia presencia, qué solemnidad para llegar a demostrar un destello de afecto, qué podredumbre de dejarnos caer cada que al puso se le antoja, cada que éste nos agota porque ya no podemos disponer de nada más que una incoherencia de palabras.
Venos aquí, dispuestos por imposición pero presentes por decisión.

En el siguinete video se muestra la coreografía (ver desde el minúto 12:00).

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