I. CUERPO POÉTICO.
- El cuerpo como verbo: acción de la danza.
Partimos de una concepción hecha por Paul Valéry para
referirnos a la acción de la danza como ese acto que trasciende la practicidad
de toda acción cotidiana para dotarla de una nueva esencia que la haga distinta
y nueva ante la ya existente. Para esto nos valemos del pensamiento, mismo que
permite la trasposición de la acción como práctica común a una acción para la
danza, por así decirlo. Dicha acción para la danza es vista como primordial
naciente del movimiento en otro mundo de tiempo y espacio, es decir que ésta
acción permite un juego con el pensamiento en donde es posible re estructurar o
re configurar tu propia existencia en el mundo bajo la consigna de crear otro
que devele lo no develado en la acción de este acontecer del movimiento del
cuerpo en la danza.
Si bien, la acción de la danza que propone Valéry es un
acercamiento bastante atinado para referirnos a la construcción de conexiones
vivenciales entre la poética del filósofo y del bailarín, pues éste devela de
la bailarina lo más próximo a la explicación en su cuerpo bajo la cultura de
alguien que no danza como lo haría una bailarina, sin embargo, eso no impide
que el acto reflexivo con el cual él puede acercarse a ella determine una
filosofía de la danza que pueda referirnos a aquella interpretación de la
misma.
No existen cuestiones malas o buenas, simplemente son modos
de acercamiento significativo para los estudiosos de la danza, pero lo que aquí
nos interesa es recuperar el concepto de acción que determina Valéry como
acción de la danza para referirnos a esta nueva acepción: el cuerpo como verbo.
Cuando hablamos de verbo, viéndolo en términos gramaticales,
este hace referencia a la acción del sujeto, es decir que un verbo es una
acción que realiza el ser humano sea del tipo que sea. En el cuerpo como verbo
justamente nuestro verbo o acción de la danza sería el cuerpo y este por
consecuencia determinaría la acción de nuestro sujeto.
En Valéry nuestra acción para la danza está construida a
partir de un movimiento físico que trasciende los movimientos cotidianos, es
pues, hablar de la acción de la danza como cierto tipo de movimiento en el
cuerpo.
Partir del cuerpo como la acción ya en sí, nos propone que
lo determinante para la acción de la danza ya no nace del movimiento en el
cuerpo, si no del cuerpo en movimiento. En el primer cuestionamiento importa
más lo que se pueda develar del movimiento que del propio cuerpo, mientras que
en nuestro planteamiento nos interesa develar del cuerpo.
Aquí podemos observar que ya no existe una separación entre
lo cotidiano y no cotidiano, lo construido y lo no construido a partir de un
movimiento que nos permita determinar una acción para la danza, ahora nuestra
acción para la danza se configura en el cuerpo y todas sus capacidades de
accionar y no en una acción que nazca del movimiento como motor o determinante
de la danza, es de del cuerpo en acción y no precisamente este implica que haya
un movimiento físico.
Itzia Erideni Suárez Mejía.
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