jueves, 5 de enero de 2017

7 trucos para hacer una buena redacción



1. Ideas claras
¿Qué quiero decir?, ¿cómo quiero decirlo?, ¿para qué asignatura es?… Estas y otras preguntas son las que nos debemos hacer antes de ponernos a escribir. Lo principal es que tengamos muy claro de qué vamos a hablar antes de empezar, para que la redacción no se nos complique y acabe siendo liosa. Hacer un esquema con las ideas principales y secundarias del texto y lo que va en cada tema o lo que no se nos puede olvidar contar, nos va a ayudar a organizarnos.

2. Frases cortas
Si el texto que vamos a escribir no es solo para nosotros, entonces lo suyo es que pensemos en el pobre lector. Hay que intentar que nos entienda. Bueno, más que intentar, hay que conseguirlo. Si no somos un Cervantes en potencia, mejor que nos centremos en escribir frases cortas y nos olvidemos de interminables subordinadas. Trasmitir de forma sencilla y concisa la idea siempre dará buen resultado.

3. Adjetivos go away
Un adjetivo bien usado ayuda a describir lo que queremos decir. Da color al texto. Pero no nos dejemos engañar por su apariencia inocente de complemento del sustantivo, no. El adjetivo es un ente malvado que crea adicción y convierte cualquier texto sencillo en una rimbombante compilación de palabras llenas de florituras, que trasmiten imágenes repelentemente cursis. Y peor aún es la capacidad de este recurso para convencernos de que escribimos bien cuando realmente es mentira:


4. Sin perdón de DiosA estas alturas, con el corrector del Word, los correos electrónicos de la Fundéu y la Real Academia en una aplicación del móvil, cometer faltas de ortografía es pecado mortal. Y no porque no podamos fallar, que podemos, sino porque tenemos que revisar lo que escribimos. Hay que dudar de nuestra fiabilidad y comprobar si hemos metido la pata, enterarse de las novedades en el lenguaje (palabras que se admiten, cuáles se usan mal, etc.), y poner bien los acentos (por ejemplo en este blog, donde nos explican de forma muy sencilla lo que lleva tilde y lo que no para que nos enteremos de una vez). No podemos presentar un buen trabajo académico que tenga faltas, sea el profesor como sea y de lo que sea.



5. No se escribe como se habla
La construcción del lenguaje hablado y del escrito son diferentes. La redacción de un artículo periodístico o de un trabajo para la universidad no puede ni debe ser un texto literario, pero tampoco una conversación con los colegas. Tanto si nos decidimos por un estilo distendido, uno más neutral o uno de carácter académico, debemos cuidar que las frases no sigan el patrón de una conversación, sino el de una redacción. Cada frase debe tener sujeto, predicado y los complementos necesarios, y cada idea debe estar enunciada y concluida, sin que se quede nada en el aire. Una buena comprobación de que no funciona lo de escribir como hablamos, es el grabador de mensajes por voz del Whatsapp: si grabamos una conversación sin esforzarnos en cuidar el lenguaje, al leer el mensaje veremos que el resultado es rarísimo.



6. Los puntos y las comas no son un elemento decorativo
El lector necesita respirar y comprender. Nosotros necesitamos concluir las ideas, enumerarlas, explicarlas. Puntuar correctamente es indispensable para redactar bien y además nos ayuda a organizar nuestros pensamientos para que el texto no sea caótico.

7. La manera más sencilla de quedar fatal
No por poner un montón de palabras “cultas” va a parecer que sabemos más. Si normalmente no están integradas en nuestro vocabulario, puede que no las usemos bien o que el texto quede muy forzado. Antes de hacer el ridículo usando un palabro superrebuscado donde no debería estar, mejor que expliquemos lo que queremos decir de una manera simple y honesta. Lo importante es comunicar y que el lector nos entienda, no alimentar nuestro ego a base de esdrújulas. Eso sí, es imprescindible tener cuidado con repetir todo el tiempo las mismas palabras. Un diccionario de sinónimos nos va a venir de perlas para enriquecer nuestra redacción.

Escribir maravillosamente es un arte reservado a unos pocos afortunados, pero escribir bien y de forma correcta lo podemos hacer todos y la buena noticia es que como mejor se aprende es leyendo y practicando. Además de fácil, divertido. ¿Qué más se puede pedir?


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